jueves, 16 de diciembre de 2010

La Mediación.

La mediación es una forma de resolver conflictos entre dos o más personas, con la ayuda de una tercera persona imparcial, el/la mediador/a.
Los mediadores pueden ser alumnos/as, profesores/as, educadores/as, padres/madres. No son jueces/as ni árbitros/as, no imponen soluciones ni opinan sobre quién tiene o no la razón. Lo que deben intentar es satisfacer las necesidades de las partes en disputa, regulando el proceso de comunicación y conduciéndolo por medio de una serie de pasos en los que, si las partes colaboran, es posible llegar a una solución en la que todos ganen, acerquen posturas, o, al menos, queden satisfechas.
Experiencias como éstas se están llevando a cabo actualmente en Institutos de Enseñanza Secudaria, en la Justicia de Menores y en el ámbito familiar y, más allá de la solución a los problemas interpersonales, lo que se promueven con ellas es un modelo de convivencia más pacífico, basado en el diálogo y en el compromiso de los miembros en litigio.
Ahora si, para que ésta se dé hay que partir de la voluntariedad de las partes. Debe ser confidencial y basada en el diálogo.
La mediación puede resolver conflictos relacionados con la transgresión de las normas sociales, jurídicas, de convivencia escolar, situaciones que desagraden o parezcan injustas, malos tratos o cualquier tipo de problemas que se puedan producir entre miembros de una misma familia.
Para alcanzar el objetivo de la  mediación hay que seguir una seria de fases, en las que se promuevan la comunicación y el entendimiento entre las partes en conflicto. Enriquece la convivencia, ofreciendo alternativas a través del diálogo, y evitando la pérdida de las relaciones afectivas y la vivencia de sentimientos de desencuentro que influyan negativamente en una convivencia normalizada.
La fase previa a la mediación, propiamente dicha, es aquella en la que se crea las condiciones que facilitan el acceso a la mediación. En ella se habla con las partes por separado, se explica el proceso a seguir y se solicita su consentimiento para acudir a la mediación.
Ya en la fase de mediación se presentan las reglas del juego, para crear confianza entre la persona que intervega como mediadora y las personas mediadas, también se presenta el proceso y las normas a seguir en la mediación.
En primer lugar, debemos escuchar a las personas que son mediadas para que expongan su versión del conflicto con los sentimientos que le acompañen.
En segundo lugar, debemos aclarar el problema, dedicándonos a identificar los contenidos del  conflictivo, los puntos de coincidencia y de divergencia del mismo. Determinando aquellos aspectos comunes del fondo del asunto, los más importantes del conflicto, que han de ser solucionados.
En tercer lugar, debemos proponer soluciones, para lo que se precisa decicarle tiempo a la búsqueda de soluciones creativas y a la evaluación de las mismas por las personas mediadas.
En cuarto lugar, debemos procurar el acuerdo entre las partes, definiendo con claridad el mismo, al objeto de no abrir la posibilidad a diferentes interpretaciones. Para lo que es preciso que éstos sean equilibrados, específicos y posibles. No obstante, resulta positivo establecer algún procedimiento de revisión y seguimiento del mismo.
Para este fin mediador, las principales habilidades que debemos utilizar en la comunicación son: la escucha activa, estructurar, ponerse en el lugar del otro y propiciar mensajes en primera persona.
La escucha activa es una habilidad que nos servirá para esforzarnos en comprender, lo más matizadamente posible, lo que las personas están expresando, y que esto sea evidente para ellas.
Distintos modos de realizar esta escucha activa son: mostrar interés, aclarar, parafrasear, reflejar y resumir.
Mostrar interés se refiere a las intervenciones realizadas por la persona que escucha (persona mediadora) y que estén encaminadas a establecer una relación de cordialidad.
Clarificar hace referencia a las intervenciones realizadas por la persona que escucha y que permite precisar qué se dijo o sucedió, cómo ocurrió (hechos, datos, etc.) y también, ayudar  a ver otros puntos de vista.
Parafrasear consiste en repetir en palabras propias las principales ideas o pensamientos expresados por la persona que habla.
Reflejar consiste en indagar sobre el  o los sentimientos que han afectado a la persona que estamos escuchando.
Resumir consiste en agrupar, ordenar y sintetizar la información que da el que habla tanto en relación a sentimientos como a hechos. Cómo se ha sentido y qué es lo que ha sucedido.
Estructurar es una habilidad que utiliza la persona mediadora para llevar la conducción de la mediación. Consiste en realizar intervenciones encaminadas a mantener el orden y la dirección del proceso de mediación y alcanzar los objetivos específicos de cada una de las fases, gestionando el flujo y la intensidad de la comunicación hacia la desescalada del conflicto.
La habilidad de la empatía o ponerse en el lugar del otro, pretende promover entre las dos partes del conflicto expresiones que demuestran a la persona que está hablando, que la estamos comprendiendo, haciendo que quien está escuchando repita con sus propias palabras lo que la otra parte nos ha contado.
Para concluir, debe facilitarse que el que habla se exprese utilizando mensajes en primera persona, intentando comunicar de forma no agresiva (asertivamente) la situación que le afecta, diciendo qué sentimientos le produce, explicando por qué  le afecta de ese modo y expresando su necesidad o deseo personal.

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