lunes, 3 de enero de 2011

Los vínculos de apego en niños institucionalizados y sus dificultades.

A través del vínculo afectivo del apego los seres humanos pretendemos la cercanía con otros seres humanos, intentando establecer lazos afectivos que nos propicien confianza, seguridad y protección.

Las personas, desde el primer momento de sus vidas, establecen vínculos de apego con sus progenitores, principalmente con la madre, aunque también pueden establecerse con otras figuras como son los abuelos o sus cuidadores.

El primer vínculo de apego sienta un precedente para los siguientes, pues éste suscita un modelo interno capaz de condicionar las restantes situaciones. El apego es considerado un sistema flexible y adaptativo, capaz de acomodarse a las diferentes situaciones.

Los menores que llegan a las instituciones de protección de menores son aquellos que se encuentran en una situación de desamparo, esto es, sobre los que haya existido negligencia en sus cuidados básicos por parte de sus progenitores o cuidadores, maltrato, situación de riesgo o exclusión social y familias que no pueden hacerse cargo de atender a sus hijos por no poder hacer conciliar la vida laboral con la familiar. Estos niños son protegidos por la Administración y para ello adopta la medida provisional de su guarda en un centro de protección de menores, procurando que dichos niños no excedan el tiempo de permanencia como período óptimo de internamiento, este es, no más de año y medio.

A pesar de existir otros profesionales que intervienen en el proceso de desarrollo del menor como el psicólogo y el trabajador social, es con el equipo educativo - los educadores en particular - con los que el menor establece su vínculo de apego, pues en las instituciones de menores, el personal educativo es quien se ocupa del desarrollo evolutivo de los menores: a nivel motórico, madurativo, cognitivo y afectivo, además de aquellos otros hábitos básicos para el desarrollo de su vida cotidiana, como su conducta, alimentación, higiene y aseo personal, pautas de sueño, educación y juegos.

El trabajo de los educadores, en estas instituciones, es directo y diario con el grupo de niños que atienden en turnos rotatorios para atenderlos por las mañanas, tardes, noches, fines de semana y festivos. Esta situación es la que propicia que los educadores sean las principales figuras con las que los niños institucionalizados establecen sus vínculos afectivos, el apego.

Para ello se precisa realizar una intervención socioeducativa de calidad, empezando porque el grupo de niños a atender no sea muy numeroso, a ser posible, no más de cinco niños. Evitando de esta manera un sobrecargo emocional en los educadores y una atención individualizada de calidad de los niños.

Para fomentar las relaciones de apego en la institución es necesaria la estabilidad del personal educativo con el grupo de menores, procurando cuidar sus espacios, personar sus objetos y darles a todos una atención afectiva personalizada e individualizada, intentando en todo momento que se encuentren como en su casa.

Desde el punto de vista educativo, debemos anticiparnos a los acontecimientos que vayan a influir en el desarrollo de la vida cotidiana del menor, antes de que ocurran, hablar con el niño o la niña, prepararlo antes de realizar cualquier tipo de actividad.

Hay que aprovechar los momentos en los que se esté a solas con el niño o la niña, con un adecuado contacto visual y cercanía corporal, dándole el tiempo que necesite para la realización de sus actividades cotidianas, aportándole con la cercanía seguridad y confianza.

La dificultad con la que se encuentra el educador social radica, más que en los vínculos de apego que se puedan formalizar entre los menores y los educadores, en el apego que se pueda establecer entre el educador y algún menor, pues puede producirse una situación de dependencia de ese menor con referencia a ese educador. Estas situaciones se producen, pues son humanamente inevitables, pero no debemos perder el objeto profesional de nuestra intervención, atendiendo a todos los menores que estén a nuestro cargo, evitando que se produzcan situaciones de conflictos de relaciones interpersonales por nuestra interacción más especial con algún menor en concreto dentro del grupo de iguales. El apego seguro tiende en mayor medida a la estabilidad que el apego inseguro. Los modelos internos de relación son múltiples y son revisados continuamente debido a la necesidad de adaptación a una realidad cambiante.

En el caso de los niños o las niñas, es más natural que puedan establecer sus preferencias, sus apegos, más con un educador que con otro para realizar algún tipo de actividad, pero eso no influye negativamente en el desarrollo evolutivo del menor, forma parte del entorno educativo en el que se desenvuelve. Lo más importante para el menor es que se le propicie seguridad y confianza, así como que interiorice sentirse protegido por el equipo educativo.

A éste tipo de apego es al que denominamos apego de transición, puesto que la medida de la guarda del menor no es indefinida sino que, por el contrario, tiene una duración determinada en el tiempo hasta que la Administración encuentre una solución mejor: retorno con sus familiares (por desaparecer las causas que motivaron su guarda), acogimiento familiar (familia sustitutiva) o adopción.

Cuando al niño o a la niña se le encuentra una familia acogedora o adoptiva, se incorpora a ésta última, progresivamente, en la realización de las actividades de la vida cotidiana que se desarrollan en la institución para favorecer el establecimiento de vínculos de apego del menor con ella.

En un principio los menores son reacios a esa nueva relación, pero progresivamente van descubriendo que su situación puede cambiar para mejor con esa familia, ya que sentirán ser el centro de atracción y de atención, en definitiva, más protagonistas, produciéndose una transición del vínculo del apego de los miembros del equipo educativo de la institución hacia la familia acogedora u adoptiva, pues los niños o las niñas gozan de flexibilidad para adaptarse a nuevas figuras de apego. Aproximadamente la transición del vínculo afectivo del apego hacía el nuevo puede producirse en un espacio de tiempo, aproximadamente, de diez días.

Cuando la estancia del niño es muy prolongada en la institución, se produce en mi opinión el síndrome del niño institucionalizado y comienzan a aparecer conductas extremas o disruptivas. Evitan el contacto visual con sus cuidadores y grupo de iguales, tono muscular más rígido, realización de movimientos repetitivos con la cabeza, manos y problemas de relaciones interpersonales con el grupo de iguales y con los educadores, estancándose en su desarrollo evolutivo y entrando en una espiral de retroceso personal conductual: emergen conductas inadaptativas que les provoca el rechazo hacia todas las personas de su entorno, tanto educadores como grupo de iguales, pasando de la adaptación a la inadaptación en la institución, como consecuencia de dejar de percibir los beneficios de la institución.

En el caso de los niños más mayores, se acrecientan las posibilidades de rechazo hacia una hipotética familia acogedora u adoptiva y hacia el personal educativo de la institución.

Para evitar estas situaciones, los educadores debemos favorecer el desarrollo emocional de los niños que permanezcan demasiado tiempo en la institución, de la forma más normal posible, pues se llega a detectar la necesidad de una mayor estabilidad emocional del menor a través de una familia sustitutiva u adoptiva.

Los niños prematuros y los niños con problemas de nacimiento presentan más dificultades para establecer vínculos de apego positivos con los educadores, de ahí a que necesiten más cuidados del educador porque son niños más irritables y con necesidades educativas especiales. Ahora bien, debemos procurar que el niño caiga en el riesgo de un apego inseguro hacia el educador, por el grado de  dependencia que éste pueda llegar a establecer. Esta situación complica bastante el trabajo del educador, pues el temperamento del niño puede condicionar el establecimiento de un apego seguro. Para establecer este tipo de vínculo, tiene que estar mediado por un estilo educativo consensuado por los educadores del grupo, así como del educador que interactúe con el niño, reforzando su trabajo si fuese preciso con el apoyo de otro educador.

Bowlby en un estudio realizado en los años 70, sobre niños institucionalizados, manifestaba que: “El vínculo afectivo del apego responde a un hecho primario que tiene una importante función adaptativa y afirmaba que estos niños tenían dificultades para formar y mantener relaciones cercanas, atribuyéndolo a la carencia que habían tenido de un fuerte apego en la primera infancia con sus madres.

Según Anna Freud: “El potencial de apego siempre se halla presente en los niños”.

De lo manifestado por Bowlby y Ana Freud, se hace necesaria una intervención con calidad en la institución para que el vínculo del apego no se establezca con una única figura, sino que sería conveniente que el niño se sintiese apegado a diferentes personas, ya que él establecerá un orden de jerarquía de sus cuidadores. Las relaciones marcadas por la sensibilidad del educador es una recomendación general para cualquiera que sea la figura principal de apego; ya que son las que conducen a un vínculo de apego firme.

Concluiré manifestando dos cuestiones:

Que el apego es un vínculo afectivo fundamental para el desarrollo personal y social del ser humano que se va construyendo, creciendo y  cambiando a lo largo del ciclo de la vida.

Que el primer vínculo de apego sienta un precedente para los siguientes y que el apego es considerado un sistema flexible y adaptativo, capaz de acomodarse a las diferentes situaciones.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Quisiera saber si hay estudios sobre la escolaridad (El transito, obstaculos) de los niños institucionalizados (Hogares) en Argentina, desde un enfoque social, porque no encontre ninguno. gracias

Anónimo dijo...

¿Te metes educador cuando tu no tienes educación?

Anónimo dijo...

Antes de hablar hay que documentarse, te puedo asegurar que es un excelente profesional y los que mejor te lo pueden decir son sus propios alumnos. Se nota que eres unos de esos trolls incultos que rondan por internet riéndose del trabajo de los demás pensando que a alguien le interesan tus críticas sin fundamento. Es fácil lanzar la piedra y esconder la mano. Si tan educado eres, tenías que haberte presentado antes de comentar "Anónimo".

Anónimo dijo...

"¿Te metes educador cuando tu no tienes educación?"

- Por cierto ¿porqué no sabes escribir?, no querrías decir ¿Te metes a educa...?.

Saludos ignorante.

Anónimo dijo...

Te metes educador cuando eres un maltratador, te han jodido con la denuncia de maltrato?