El modelo didáctico que se propone es un modelo didáctico de enseñanza-aprendizaje constructivo, comunicativo, colaborativo. De adaptación y asimilación de habilidades sociales para el desarrollo y bienestar personal, social y la prevención del malestar y la violencia, y está dirigido al alumnado que acude al Instituto de Enseñanza Secundaria Obligatoria “Manuel Alcántara” y que reside en la zona de influencia del barrio de la Trinidad y zona de influencia de la Avda. de Andalucía. Éste último barrio más reciente de Málaga capital.
Se trataría pues, de poner en marcha un nuevo modelo didáctico para aplicar en su aula de convivencia, denominada por el centro en la actualidad: aula de recreo como alternativa al modelo actual.
El alumnado que llega a este Instituto procede, en la mayoría de los casos, de los centros adscritos al mismo: CEPs “San José de Calasanz” y “Pablo Ruiz Picasso”.
El IES Manuel Alcántara, es un centro de enseñanza y de actuación compensatoria e incorporado a las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), con cuatro líneas de la ESO, de 1º a 4º, dos Programas de Cualificación Profesional Inicial y un aula específica para atender a alumnos y alumnas con necesidades educativas especiales.
En el Instituto se llevan realizando obras de remodelación, mejora y ampliación, desde hace más de un año, pues el edificio en el que se encuentra respondía a las necesidades de estructura de un Centro de Enseñanza Primaria. Su estructura consta de planta baja y dos plantas más, pistas de deportes y de recreo.
Una vez que estén terminadas las obras contará con nuevos espacios, entre otros, para la implantación de bachilleratos, módulos de formación profesional, laboratorios y Polideportivo.
En este centro están matriculados en la actualidad, aproximadamente, unos 400 alumnos y alumnas. De ellos y ellas hay 23 alumnos y alumnas con necesidades educativas especiales.
Cuenta con una plantilla de trabajadores compuesta por 42 profesores y profesoras, un administrativo de secretaría, cuatro conserjes, una educadora social compartida con otros centros, más cinco trabajadores y trabajadoras que se ocupan de la atención de las actividades extraescolares que oferta el centro. También el Instituto oferta un número de plazas de comedor, en el Centro anexo a él: Centro de Enseñanza Primaria “San José de Calasanz”.
El Equipo directivo lo componen dos profesores y una profesora: Director, Jefe de Estudios y Secretaria.
El Departamento de Orientación lo componen un profesor y una profesora con su correspondiente especialización.
El aula específica se destina al alumnado con necesidades educativas especiales “De la modalidad de integración A”, está es, integración en centro ordinario de esos alumnos y alumnas, a través de ese aula específica. Éste aula, está atendida en la actualidad por dos profesoras de Pedagogía Terapéutica, una a tiempo total y otra a tiempo parcial, pues debe atender al alumnado que también presentan necesidades educativas especiales cuya modalidad de integración es la “B”, esta es, de integración en aula ordinaria.
Para la implantación de éste modelo, un modelo didáctico de intervención socioeducativo de enseñar para aprender y de aprender para enseñar, es necesario desaprender lo aprendido, pensar en negativo, abandonando el modelo vigente de aula de recreo, pues tal y como está concebida, planificada y organizada, es poco efectiva y produce en el alumnado una regresión conductual.
Cabe decir que no es posible poner en marcha este modelo comunicativo, colaborativo y participativo, si previamente no existe un consenso entre los miembros de la comunidad educativa para su implementación, pues se precisa de la implicación de todos sus miembros: Alumnado, Equipo Directivo, Equipo de Orientación, Educadora Social, Claustro del Profesorado, Personal de Administración y Servicios, Personal de Servicios Complementarios, Madres y Padres de los alumnos y alumnas, a fin de trabajar todos juntos en un objetivo común: mejorar la calidad de convivencia en el centro.
Debemos partir para ello de la premisa de que la igualdad real en educación se logra sobre la base del conocimiento de lo que somos y poseemos como personas, pues sólo en el contexto de este saber es posible generar procesos efectivos de desarrollo intencionado.
Descrito el contexto social del centro, tanto externo como interno, propongo en mi modelo didáctico trabajar en cinco ámbitos en el Aula de Convivencia: mental, corporal, emocional, social e identidad, cada uno de los cuales, a su vez, contiene cuatro capacidades posibilitadoras de valores.
- Mental: al que corresponde las capacidades de la racionalidad, la inteligencia, la observación y la valoración.
- Corporal: cuyas capacidades asociadas son la vitalidad, la expresión, la seguridad y la fortaleza.
- Emocional: que comprende la afectividad, la sexualidad, la emocionalidad y la autoestima.
- Social: relacionado con la sensibilidad, la responsabilidad, la solidaridad y el desprendimiento.
- Identidad: dentro del cual pueden identificarse las capacidades de autonomía, independencia, afirmación del yo e identidad.
Podría manifestarse que no se trata de un modelo innovador, pues cotidianamente los educadores y educadoras estamos usando esta terminología; sin embargo, desde una óptica y perspectiva profesional dinámica y renovada, la innovación está en el desglose y categorización de esos cinco ámbitos enunciados, así como en los medios y estrategias metodológicas para aplicar este modelo.
Su diseño facilita el tratamiento racional y simultáneo para el desarrollo armónico y equilibrado de todos los ámbitos, de todas las capacidades y de todos los valores en los seres humanos, con lo cual se trata de un modelo realmente integral.
Ahora sí, el desarrollo teórico de esta propuesta debe estar acompañado de una praxis profesional a través de una metodología que mantenga la línea Investigación-acción-participación, de manera que el trabajo individual y grupal de introspección y racionalidad (tanto de los educadores y educadoras como de los alumnos y alumnas y demás miembros de la Comunidad Educativa), jueguen un papel muy importante.
Desde mi punto de vista, aquellos educadores y educadoras que se acerquen a esta alternativa educativa se encontrarán con un material estructurado que les ayudará a:
a) Crear un clima de confianza y apoyo en el que se puedan expresar los sentimientos, emociones e ideas con seguridad y libertad, (trabajando la comunicación).
b) Desarrollar estrategias de autorregulación de la convivencia a través de la auto-observación, la observación externa, el descubrimiento y la Asamblea de los alumnos y alumnas (el alumnado se convierte en protagonista y ejerce el control y autocontrol de las pautas de convivencia en forma autónoma).
c) Llegar a la resolución de conflictos a través de la auto-observación, la mediación, la identificación de los sentimientos y el compromiso de cambio (los errores son fuente de información y de conocimiento de manera que no entran en riesgo ni la autoestima ni el poder personal).
d) Hacer posible la autorregulación del aprendizaje mediante el protagonismo de los alumnos y alumnas, en la organización y gestión en el centro y en el aula, la autoevaluación y el compromiso de mejora (trabajando cómo aprender).
e) Poner en práctica el “darse cuenta” a través del auto-conocimiento que permite a los alumnos y alumnas tomar las riendas de sus vidas, desarrollando su propia identidad y conociéndose a sí mismos (trabajando la inteligencia emocional).
f) Coordinar las tareas y responsabilidades de la acción tutorial de los tres agentes educativos: alumnado, educadores y educadoras y familia (trabajando la corresponsabilidad).
g) Lograr la integración de cada alumno y alumna en su grupo, en el aula y en el centro, aportándoles los apoyos necesarios para conseguir autoconfianza, respeto, seguridad y corresponsabilidad.
Los anteriores referentes nos muestran que la aplicación y efecto del modelo van más allá del trabajo individual y grupal, pues ha sido diseñado para trascender el quehacer educativo y posee valiosos elementos para reformular y desarrollar tanto el aula de convivencia como globalmente el propio Proyecto Educativo de Centro.
Para aplicar este modelo hay que mejorar el clima de igualdad en el acto de la comunicación, donde profesorado, educadores y educadoras, encargados del aula y el alumnado utilicen un sistema de comunicación más moderno y eficaz entre ellos, la intercomunicación, al objeto de que cada miembro se sienta realmente protagonista en el acto comunicativo, en el saber, en aprender, propiciando de esta forma una auténtica comunicación dinámica en todas direcciones y pasando a ser cada uno de ellos: emisor-receptor-emisor.
Se deben promover los instrumentos de la mediación y conciliación, a través de compromisos verbales o escritos, para que los hechos que pudieran ser sancionables por la normativa interna del centro, procurasen la reparación del daño que se haya podido causar, ya sea éste personal o material. Cuando se trate de reparar el daño a personas de la comunidad educativa se empezará, siempre, por las excusas a la/s persona/s que se haya/n podido sentir ofendidas.
Será pues, misión cooperativa de todos los miembros de la comunidad educativa, la búsqueda de alternativas-soluciones a través de la interacción socioeducativa entre el grupo de iguales y el personal del centro, ya sea éste docente o de administración y servicios, al objeto de mejorar la convivencia en el aula y en el centro, erradicando las conductas disruptivas que pudieran emerger eliminándolas o eclipsándolas.
Este modelo constructivo, comunicativo y colaborativo es el que mejor podría desarrollarse en un aula de convivencia en el Instituto.
Al Aula de Convivencia acudirían todos aquellos alumnos y alumnas que mostrasen conductas contrarias a la normativa interna del centro, con independencia del nivel educativo en el que se encontrase, así como aquel alumnado que participe en las actividades extraescolares que se desarrollan en el centro y que manifiesten conductas disruptivas.
Ahora, eso sí, el aula de convivencia no es un almacén humano, ni debe de funcionar puntualmente, sino todo lo contrario, permanentemente durante todo el horario lectivo.
En una breve estancia en el aula no se resolvería el conflicto o problema por el que el alumnado ha llegado a la misma, pues no serviría para corregir educativamente a los alumnos que fuesen a la misma. Debe de funcionar como un aula más del centro. Dónde el alumnado acuda para adaptarse al grupo, al aula y al centro, asimilando habilidades sociales que le sirvan para su desarrollo y bienestar personal y social, así como para la prevención del malestar y la violencia.
Para una adecuada atención del aula se necesita una implicación profesional en el modelo, formación de todo el personal y una mejor organización de los recursos humanos en el centro.
La intervención en éste aula hay que entenderla como una actividad de enseñar a aprender, como una práctica colegiada, interactiva y considerada en equipo, como función compartida, en la que el alumnado, el equipo directivo, equipo de orientación, profesorado, educadora social, personal de administración y servicios complementarios, madres y padres de alumnos y alumnas, sean y se sientan agentes corresponsables y protagonistas de la acción transformadora.
Para ello la colaboración debe apoyarse en la vivencia en común del proceso de enseñanza-aprendizaje, diseñado y desarrollado como un espacio de implicación y co-reflexión entre el alumnado, el equipo directivo, equipo de orientación, el profesorado, el personal de administración y servicios complementarios, educadora social, madres y padres de alumnos y alumnas (familia), y de éstos entre sí, en cuánto autores de la formación personal y en equipo. Estableciendo la corresponsabilidad de todos su actores.
El aprendizaje debe tender a ser cooperativo, utilizando aquellos métodos y estrategias didácticas que más se puedan aproximar a los resultados que pretendemos con nuestra intervención socioeducativa, sopesando nuestras acciones y no las formas de organizar el trabajo académico, dentro y fuera del aula, que promueven la obtención de los objetivos y el desarrollo de las competencias sociales a partir de la interacción con un grupo de iguales.
Esto tiene que ver con la enseñanza mutua, recordando que se intercambian los papeles, ya que precisamente se trata de un grupo de iguales. La clave del trabajo colaborativo está en buscar el beneficio de todos los miembros del equipo: todos salen ganando, nadie pierde.
Este modelo coloca al profesorado y a la educadora social, especialmente, ante un gran compromiso de investigación, acción y participación para la mejora integral de la convivencia en la comunidad educativa, esto es, investigar sobre lo que se hace mediante la participación.
Con esta propuesta se pasa del modelo tradicional centrado en el profesorado, educadora social, que entiende al alumno y a la alumna esencialmente como receptor de la enseñanza, fomentando la adquisición de habilidades sociales sobre todo a partir del análisis, co-reflexión, participación, colaboración, comprensión, acción y planteando metodologías expositivas. Se trabajaría ahora en un modelo basado en el aprendizaje centrado en el alumno y la alumna, propiciando y favoreciendo su participación, implicación, actividad y protagonismo.
La enseñanza de habilidades sociales, por tanto, debe convertirse en un proceso que proporcione aprendizaje comprensivo y relevante al alumnado.
Albrecht que ha definido la inteligencia Social como aquella competencia que consistiría en la capacidad de portarse bien con los demás y conseguir que cooperen, señala las siguientes competencias relacionadas con las habilidades sociales:
a) Aptitud para trabajar en equipo.
b) Capacidad de liderazgo.
c) Adaptación a los cambios y a las nuevas situaciones, especialmente de tipo social.
d) Capacidad de escuchar activamente y valorar las ideas de los demás.
e) Sensibilidad ante otros tipos de puntos de vista, respeto y tolerancia hacia las personas.
f) Apertura a otras posiciones distintas, pero firmeza en la defensa de las propias convicciones.
g) Trabajo en colaboración con personas diferentes.
h) Aprender a asumir responsabilidades con gusto.
i) Capacidad de participar activamente en la toma de decisiones.
j) Capacidad de mediación y resolución pacífica y constructiva de problemas.
k) Capacidad de comunicación, exponiendo las propias ideas en público.
l) Habilidades sociales, resumidas en una conducta socialmente activa, participativa, constructiva, asertiva y empática.
Por último manifestar que para que un modelo didáctico sea constructivo, comunicativo y colaborativo, este ha de tener en cuenta los intereses de los alumnos y alumnas y hacerlos verdaderos protagonistas de su enseñanza-aprendizaje, además de que sea: participativo, interactivo, activo, centrado en el trabajo cooperativo de los equipos en proyectos y aprendizaje por descubrimiento.
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