sábado, 23 de abril de 2011

Justificación de la revisión del modelo vigente de Aula de Convivencia.

Los procesos intencionados que en el Instituto se desarrollan, la estrecha convivencia de los miembros de la Comunidad Educativa y su renovada autonomía, hacen de éste uno de los principales agentes para el desarrollo integral de las personas y la construcción de relaciones humanas más igualitarias, en pro del bienestar y armonía en los órdenes de lo personal y de lo social. Pero para que esto sea posible en términos de instituciones verdaderamente coeducativas, es necesario partir de la integración de nuevos modelos que avalen la formación no discriminatoria en todos los ámbitos, que estén sujetos a la construcción, comunicación, colaboración, experimentación, al descubrimiento y a los ajustes, y no cifren la igualdad únicamente en una acción concreta: de lo que se trata es lograr un clima educativo de calidad que brinde al alumnado el mismo tipo de protagonismo y las mismas posibilidades para el desarrollo integral de su personalidad, y en el cual los valores atribuidos tradicionalmente a los varones y a las mujeres sean considerados igualmente importantes para todos y trasmitidos de igual manera.
A tal propósito subyacen cambios culturales profundos, cuyo logro demanda una gran voluntad de cambio e implicación de todos y todas, decisiones consensuadas y la introducción de un conjunto de saberes que todavía siguen siendo incipientes en el ámbito educativo.
Debemos formar ciudadanos/as teniendo presente cual es el objeto de la educación, que no es otro, que el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.
La realidad de la situación de la educación en la actualidad, obligan a diseñar nuevas estrategias para abordar las conductas disruptivas en el aula y en los centros, aquellas que impiden el normal desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje-enseñanza.

En el Instituto no se producen problemas sociales diferentes, ajenos o aislados a los propios de la sociedad actual, son un reflejo mismo de ellos, pues el Instituto es un microsistema dentro de la sociedad en la que nos desenvolvemos.

Y para intentar paliar y/o erradicar esta situación de hostilidad social, de la que se han impregnado los institutos, se han formulado nuevas normas para que desde la institución educativa se promueva mejorar la cordialidad y convivencia en la sociedad y éstas, en el tiempo, vayan construyendo otro tipo de sociedad donde se restauren los valores intrínsecos de todo ser humano.

El aula de convivencia surge pues, como una herramienta educativa para dar respuesta a la atención socioeducativa que necesitan algunos/as alumnos y alumnas que presentan conductas disruptivas en el aula, en el centro, o fuera de él, intentando desde ella mejorar las conductas y actitudes del alumnado que presenta dificultades en la convivencia y, con ello, mejorar el clima de convivencia en el grupo-clase y en el centro en su conjunto.

De esta forma se convierte en una alternativa para aquellos alumnos y alumnas que son sancionados con una medida de suspensión de asistencia a las clases en el centro “exclusión”, favoreciendo en ella un proceso de reflexión, acerca de los hechos que han motivado su presencia en la misma y su inclusión en el centro.

El objetivo prioritario de los educadores y las educadoras será trabajar con los educandos y las educandas, sobre los hechos contrarios a las normas del centro, para que éstos lleguen a entender el alcance de sus conductas, para sí mismos y para las personas que forman parte de la comunidad educativa; y desde ese entendimiento, corregirlos.

El alumnado debe aprender a hacerse responsable de sus actos, pensamientos, sentimientos y comunicaciones con los demás. Este proceso aumenta las habilidades del pensamiento reflexivo y del autocontrol, a la vez que les proporciona un espacio para el análisis de sus propias experiencias y la búsqueda de soluciones efectivas y afectivas, a través de la adquisición de habilidades sociales de relaciones interpersonales tanto con el grupo de iguales como con cualquier otro miembro de la comunidad educativa. En definitiva, una mayor capacidad de comunicación, de diálogo, de mediación, de liderazgo, de tolerancia, etc.

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